Por Juan López
Ante la embestida desatada por el gobierno del PRM-Abinader nos preguntamos: ¿Es prudente imponer un cuestionado proceso político para reformar la Constitución de la República, en la actual coyuntura económica, social y política que están padeciendo el mundo y nuestro país? Nuestra reflexión al respecto:
Los principales elementos que caracterizan la actual coyuntura son: a) Negativa secuela de la crisis sanitaria creada por la pandemia del coronavirus, b) la inquietante tendencia de los altos precios del petróleo, de las materias primas importadas, de los contenedores y fletes para importaciones, c) el impacto internacional que está generando la guerra Rusia-OTAN-Ucrania que d) provocarán una impredecible inflación en nuestro país que podría superar por mucho los dos dígitos, cuestión que no han sufrido los dominicanos, desde hace más de quince años.
En medio de esa delicada situación que estamos viviendo y que, por ahora, no se visualiza mejoría; ¿Es prudente someter al pueblo al peligroso choque político que se producirá entre el gobierno y la oposición por el peregrino afán de reformar la Constitución?
Como se sabe, en sus 178 años de aprobación de la primera Constitución (6-11-1844), ya ha sido reformada 39 veces. En cada ocasión, los gobernantes de turno argumentaron supuestas razones para resolver “necesidades jurídicas y políticas”; tal cual lo están promoviendo funcionarios del gobierno del PRM-Abinader.
El gobierno del PRM-Abinader insiste en efectuar su reforma constitucional, “contra viento y marea” con “el propósito de blindar la independencia del Ministerio Público” para lo cual será necesario modificar unos 40 artículos de la vigente Constitución.
Esa escaramuza política no es pertinente porque, desde el 2010, nuestra Constitución establece (Art. 170) taxativamente que “el Ministerio Público goza de autonomía funcional, administrativa y presupuestaria.”
Ante la adversa y firme reacción de la oposición argumentada por el PLD, FP, PRD y sectores de la sociedad civil, que consideran “innecesario, inoportuno e improcedente la reforma constitucional”; el expresidente Hipólito Mejía, en una de sus repentinas chácharas, recomendó al gobierno del PRM-Abinader hacer lo siguiente:
“Aprobar la reforma de la Constitución con los votos que tiene el PRM en el Congreso. Porque a la oposición hay que demostrarle que el que está abajo tiene que esperar. Ellos hicieron todo tipo de vagabundería cuando estuvieron en el poder” ¡Cuántos peligros contiene ese infeliz consejo!
Obviamente, don Hipólito olvidó los frustrantes resultados de la desquiciada reforma constitucional que hizo (en el 2002) para tratar de reelegirse: ¡Se gastó una millonada de pesos comprando congresistas, dividió al PRD y cosechó una contundente derrota política (en el 2004), de la cual no se ha podido levantar, por más inútiles esfuerzos que ha hecho!
De acuerdo a los fallidos cálculos de don Hipólito ¿cuenta el PRM y aliados con la cantidad suficiente de votos para imponer su reforma constitucional? ¡Negativo! Veamos por qué:
La Asamblea Nacional Revisora de la Constitución tiene un total de 222 asambleistas (190 diputados y 32 senadores). Para modificar la constitución es necesario el voto calificado de la 2/3 parte de los votos presentes. En el supuesto caso que asistieren todos, entonces se necesitarán 148 votos.
Pero el PRM y aliados solo llegan a 110 votos. Es decir, le faltarían 38 votos para una pírrica aprobación de su reforma constitucional. ¿Podría el PRM repetir la “hazaña” de don Hipólito en el 2002? ¡Absolutamente, imposible!
Ahora bien, ¿es la independencia del Ministerio Público el único objetivo que busca el PRM-Abinader con su anhelada reforma constitucional? ¡No y no!
Públicamente han manifestado a través de notables dirigentes perremeistas que también quieren unificar las elecciones municipales con las congresuales y presidenciales para que se realicen el mismo día. También rebajar el 50+1 a un 45 % para ganar la presidencia en la primera vuelta.
Ante esos desaguisados propósitos, en la reflexión que publicamos en este prestigioso periódico (23-1-22) afirmamos lo siguiente:
“Todos estos impertinentes propósitos, real y efectivamente, son simples mamparas con las que se proponen escamotear las verdaderas intenciones que son las de crear condiciones apropiadas para modificar la Constitución y de esa manera conseguir su principal objetivo: reducir el 50+1, constitucionalmente, imprescindible para la elección presidencial en la primera vuelta, ya que el PRM-Abinader le huyen a una segunda vuelta “como el diablo a la cruz”. ¡Hablemos claro!
“Por suerte, en oportunas respuestas a esos desaguisados objetivos también se pronunció la totalidad de los partidos de oposición y varias organizaciones de la sociedad civil… por lo cual consideramos que, por ahora, “se mató ese gallo en la funda”, ya que en la actual coyuntura no es prudente reformar la Constitución.